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sábado, 2 de agosto de 2014

Elogiar a tu hijo le dará seguridad

El elogio es de vital importancia en la crianza de los hijos, porque estimula la mente para hacer mejor las cosas, llevándolos siempre hacia la excelencia. Aquí algunas maneras prácticas de elogiar a tus hijos.


  • El elogio les da seguridad a los niños y los ayuda a fomentar su autoestima. El elogio es importante en la crianza de los hijos,porque estimula la mente del ser humano para hacer cada vez mejor las cosas, llevándolos siempre hacia la excelencia. La palabra elogio significa “reconocer las cualidades o méritos de algo o de alguien”, y en el aspecto psicológico resulta vital para desarrollar en el niño importantes elementos de autovaloración como base de una sana autoestima. Sin embargo
    , es importante aclarar que no es lo mismo el elogio que la adulación, pues mientras que el primero es un acto sincero, la segunda consiste en inflar ciertas cualidades aun inexistentes, con el fin de agradar a otro.

    El elogio en oposición a la crítica o descalificación

    A veces, como padres y tal vez sin querer, nos centramos más en las deficiencias e inhabilidades de nuestros hijos, y pasamos gran parte del tiempo criticándolos por lo que hacen mal, en lugar de apoyarlos y elogiarlos por lo que hacen bien. Elogiar las cualidades del niño lo llevará a la excelencia, haciendo además que se esfuerce para hacer aquello que le cuesta más realizar. Lo negativo, como la crítica, las ofensas, las ridiculizaciones o la burla, tienen una alta carga emocional y se registran para siempre en la memoria, y aunque no los recordemos de forma consciente se instalan en el subconsciente y nos afectan para siempre.
    En ocasiones nos sentimos tristes y deprimidos sin saber por qué, pues conscientemente no tenemos razones para estar así. Esto se debe a eventos desagradables que hemos vivido en el pasado, que nos afectaron mucho en su momento y que aunque no los recordamos se han quedado ahí para afectarnos de manera indefinida. En contraposición a esto, sin embargo, los frecuentes elogios pueden producir el mismo efecto en la memoria del niño y afectarlo de modo positivo. Como padres, entonces, debemos elogiarlos mucho para contrarrestar las posibles burlas, ofensas y humillaciones que puedan sufrir afuera.
    El conferencista internacional Rudy Álvarez dice lo siguiente: “El elogio hace crecer al ser y cuando nos guardamos un elogio nos quedamos con algo ajeno. El elogio es poesía para el corazón, porque trae esperanza a la vida, nutre las emociones, fomenta el coraje y produce motivación”_¿_Todavía te queda duda de elogiar a tus hijos?

    Maneras prácticas de elogiar a los niños
    Existen varias maneras de elogiar a los pequeños, con palabras y acciones:

    Dile que te sientes orgullosa de él

    Aunque me dirijo a las madres, hacer esto es tarea de ambos padres. Cuando los niños saben que estos se sienten orgullosos de ellos, a pesar de cualquier circunstancia, eso los hace mejorar cada vez más en lo que hacen, dándoles seguridad y confianza en sí mismos. Recuerdo una vez en que mi hija hizo algo no muy bueno, y tras decirle que aunque desaprobaba totalmente su comportamiento, seguía sintiéndome orgullosa de ella, le dije que contaba con mi apoyo y que estaba segura de que lo superaría de la mejor manera. Aunque después de eso la castigué, ella comprendió que era necesario y nuestra relación jamás se deterioró, al contrario, se fortaleció y nunca volvimos a hablar del asunto.

    No usar palabras descalificadoras u ofensivas

    Por lo general, cuando los niños están más pequeños suelen ser torpes y se les caen los objetos o riegan la leche sobre la mesa, y como adultos a veces nos ofuscamos y los regañamos, les decimos torpes o tontos. Ten cuidado con estas palabras, porque con el tiempo van a dejar esa torpeza de niño, pero en su mente seguirán sintiéndose torpes y tontos, y lo que es peor, para situaciones mayores en las que necesitan seguridad y confianza para lograrlas.

    Expresar cuánto lo amas

    Expresar el amor a los hijos con frecuencia es de suma importancia, porque eso les da seguridad y confianza, los hace sentir importantes y valiosos, y les fomenta una buena autoestima.

    Elogiar lo que hacen bien

    Este es el mejor camino hacia la excelencia, es también valioso porque les eleva la autoestima y los ayuda a enfrentar los desafíos de la vida con más confianza y seguridad.

    Decir lo malo de una manera apropiada

    Obviamente, no todo han de ser halagos. En ocasiones tendremos que señalar lo que está mal, pues es parte del proceso de desarrollo de los niños. Sin embargo, hay que cuidarse de decir las cosas de una manera apropiada y sin utilizar palabras que los descalifiquen, subvaloren u ofendan. Todos cometemos errores, y de la respuesta que recibimos de la gente dependerá si los superamos o los reforzamos.

    Animarlos cuando se sientan inseguros de hacer algo

    A veces los niños se enfrentan a tareas o situaciones nuevas a las cuales temen por desconocimiento. Es normal que se sientan inseguros, pero debemos animarlos diciéndoles que ellos pueden, que lo van a lograr y que cuentan con nuestro incondicional apoyo. Recordemos que el apoyo es también una forma de elogio, porque con este les decimos que creemos en ellos.
    Si, como dijimos con anterioridad, tanto la crítica como el elogio tienen una alta carga emocional, debemos elogiar con frecuencia a los hijos, para que nuestras palabras dejen una huella imborrable en su memoria, contrarrestando los efectos negativos de las muchas críticas que recibirán a lo largo de su vida.

    http://familias.com/elogiar-a-tu-hijo-le-dara-seguridad

domingo, 13 de julio de 2014

“Los juegos tradicionales permiten desarrollar habilidades que no se aprenden frente a las computadoras”

El artesano Jesús Marcano fabrica juguetes para grandes y chicos


Carritos, rompecabezas, caballitos con ruedas, aviones, rompecocos, juegos de lógica y todo un universo de juguetes hechos de madera y de pinturas de colores nacen de las manos del artesano y artista plástico Jesús Marcano, que desde hace más de 40 años decidió dedicarse a fabricar juguetes para alegrar a las más pequeñas y a los más pequeños de la casa.

“Yo fabrico juguetes para que las niñas y los niños sonrían y se diviertan como nadie”, confiesa el artesano, que si en algo no duda es en el amor que siente por el trabajo que hace día a día.

“Yo soy artista plástico y he trabajado con muchos materiales, varias expresiones del arte como la pintura y la escultura, pero hace más de 40 años decidí dedicarme fundamentalmente a hacer juguetes, porque eso me hace muy feliz. Yo trabajo lunes, martes, miércoles, sábado y domingo y sin duda alguna soy feliz”, enfatizó.

“Para mí la sonrisa de un niño es lo más grande que hay y uno de los momentos en los que se puede ver reflejada esa alegría es cuando les das un juguete”, 

Marcano contó que su lugar de trabajo lleva por nombre Taller Santa, pues en diciembre, aprovecha su larga barba blanca y su habilidad de hacer juguetes para vestirse de San Nicolás y llevar regalos a las más pequeñas y a los más pequeños de las comunidades, los hospitales y otros lugares.


PARA APRENDER

Con varios de sus juguetes en mano, Marcano comentó que los juguetes que hace no solo permiten a las nuevas generaciones divertirse o recrearse, sino también aprender un sinnúmero de habilidades, que considera que no se aprenden frente a una computadora o con los videojuegos: “Los juguetes artesanales son juguetes, pero también son enseñanzas para la vida”.

Señaló que cada uno de sus juguetes tiene un propósito y que cada uno desarrolla una habilidad particular: “hay de lógica, de memoria, de clasificación y esos juegos tradicionales les permiten a los niños desarrollar habilidades que se no aprenden frente a una computadora” o frente al televisor.

“Si tu dejas a un niño frente a una computadora, no va a buscar por sí solo cosas educativas sino muñequitos que juegan a las peleas o a cualquier otra cosa que genere violencia, pero cuando se les enseña a hacer alguna artesanía, se les enseñan herramientas que son para toda la vida, aunque luego no se dediquen al oficio”, explicó.

Marcano contó que para profundizar ese aprendizaje que brindan los juguetes, no solo se encarga de elaborarlos, sino también de enseñar a los más pequeños cómo se hacen cada uno de estos juegos.

“Los conocimientos que se adquieren no se aprenden en internet, porque esos videojuegos poco desarrollan la creatividad, los valores y el amor que se transmite cuando se elabora un juguete a mano”, destacó.

Asimismo, manifestó la necesidad de que la tradición de elaborar juguetes se mantenga en el tiempo y se desarrolle de generación en generación, para que no se pierda “la magia de los juguetes a lo largo de los años”.

“Nosotros los jugueteros tenemos el deber de seguir transmitiendo este arte, porque si no se va a desaparecer, como se han perdido otras tradiciones en el mundo”, apuntó. 


sábado, 12 de julio de 2014

ASÌ ANIMAN LOS ARGENTINOS A SU SELECCIÒN

Está revolucionando las redes sociales

Vea el curioso juego de palabras con que animan los argentinos a su selección. (Enlace)

http://www.correodelorinoco.gob.ve/futbol-deportes-categorias/vea-curioso-juego-palabras-que-animan-argentinos-a-su-seleccion/

La selección argentina que disputará este domingo la final de la Copa del Mundo en Maracaná de Rio de Janeiro ha despertado todo tipo de pasiones y creatividades como la que presentamos a continuación. En el siguiente curioso texto se hace un juego de palabras basado en los integrantes de la Albiceleste, con el que se aprovecha para animarles en su batalla que tendrán contra Alemania.

“Hoy me desperté Mascherano que nunca, Higuain q todos los días, me Lavezzi la cara, me puse lasZabaleta, me preparé el mate con unas hojitas de Romero. Elegí al azar una página de la Biglia q hablaba Dimaria y del Messias, Basanta palabra !!! . Me puse mi gran saco Rojo, para salir y me pareció q tenía un Agüero en la manga, Garay q susto!!! No era nada..

En la esquina estaba un Campagnaro querido que Andujar siempre en un Orion, nos desencontramos! Por teléfono le dije: te pedí que mes Pérez allí!!! Por suerte Rodríguez el del Maxikiosco, le hizo una seña y nos encontramos finalmente frente al Palacio. Mas tarde, café de por medio, le dije entre otras cosas: – mira; no me Gago ante los alemanes… el domingo ganamos, SABELLAAAA!
Argentina!!!
T/Tomado de las Redes Sociales

EL SOMBRERO. Ricardo Bulmez

Mi abuelo tenía un sombrero de aquellos que llamaban “pelo e’ guama” pero el que él usaba tenía más “guama” que pelo: estaba sucio, viejo y raído. Pero aún así se lo lucía con mucho orgullo, sobre todo cuando salía para el centro de la ciudad. Mi tío, el hermano de mi abuelo, sí tenía un sombrero de verdad, ¡nuevecito! Recuerdo que comparaba a los dos y el sombrero de mi abuelo se veía más desgastado, roto y sucio. Con frecuencia me preguntaba: “¿Por qué mi tío tiene un sombrero nuevo y mi abuelo no?”.

Esta pregunta no se la hacía a nadie, era para mi solo.

Un día hice el gran juramento de mi vida, aunque más que un juramento era un deseo vehemente porque los niños no juran en serio sino que desean y sueñan con mucha ilusión, si… era más bien un sueño. Pues los niños tienen pensamientos bellos, ninguno se dice: “cuando yo sea un alcohólico”, “cuando yo sea un drogadicto”. “cuando yo me divorcie”, “cuando yo me quite la vida”, “cuando yo sea un arrastrado”…todos los bellos sueños de los niños comienzan así: “cuando yo sea grande…”, si, si… así comienzan: “cuando yo sea grande…”, “cuando yo sea alguien”, “cuando yo me gradúe”, “cuando yo crezca”. Y éste era mi sueño: “cuando yo sea grande, trabaje y cobre mi primer sueldo, lo primerito que voy a hacer es comprar un sombrero “pelo e’ guama” ¡nuevecito! A mi abuelo, ¡igual que el de mi tío!”.

Así sentía, así pensaba, así deseaba… y así soñaba, éste era mi gran idea de niño. Yo no sé bien qué edad tenía entonces, calculo que andaría entre los cinco y seis años. Este deseo lo conservé durante mi niñez y toda mi juventud, ¡y todavía lo recuerdo!

Ignoraba qué iba a ser de mí y en qué trabajaría, por un tiempo quise ser bombero porque le llevaba todos los días el almuerzo a un señor que trabajaba en el cuerpo de bomberos y por esto me pagaba, luego se me metió en la cabeza la idea de estudiar para ser abogado con pistola porque una de mis tías tenía un “enamorao” de esa profesión y siempre andaba armado, me encantaba ver la “cacha” de la pistola cuando sobresalía del bolsillo del pantalón. Y el resultado fue: no llegué a ser bombero ni abogado, hoy soy cura sin pistolas.

Cuando tenía unos ocho o diez años me sucedió algo muy singular, me mandaron a hacer un encargo a las afueras de mi pueblo a un barrio que se llama “bobare”. Tenía que recorrer unos tres kilómetros en mi bicicleta por un tramo que corresponde a la carretera “Falcón -Zulia”.

Coro, mi tierra natal, es una región donde hace mucha brisa, es tierra de vendavales y de ahí es su nombre, viene del vocablo de los caquetíos “curiana” que quiere decir “lugar donde se reúnen los vientos”. Por eso en coro los cujíes crecen pandeados hacia el oeste, y es fácil que el aire te quite cualquier cosa que pueda ser transportada por él. Cuando pasaba por la vía, cuál sería mi agradable sorpresa al encontrarme un sombrero “pelo e’guama” nuevecito al borde del camino. Recuerdo que era de color azul claro, tenía una cinta negra alrededor y terminaba en un lazo, y estaba tan nuevo que ni siquiera tenía el sudor marcado en la parte del adentro como cuando se usa mucho. Lo tomé en mis manos y pensé con alegría en lo que me había ahorrado, por lo menos unos doce o quince años, pues todo ese tiempo hubiera tenido que haber pasado antes de que pudiera cumplir mi gran sueño de regalarle un sombrero nuevo a mi abuelo.
Como iba en sentido contrario a mi casa no sabía qué hacer con el sombrero, si me lo ponía, aparte de que se me podía caer, mis compañeritos se burlarían de mí por usar un sombrero de hombre viejo; si lo llevaba en la mano, maniobraría mal la bicicleta; y si me sentaba sobre él, se despachurraría. ¿Qué hice?, decidí entonces dejarlo allí y recogerlo a la vuelta para regalárselo a mi abuelo.

Ese sombrero era mío porque yo lo había conseguido, a mi me enseñaron desde niño que lo que se encuentra en la calle es de uno, ¡menos las mujeres casadas!, y cuando ingresé al seminario me advirtieron que las solteras tampoco. Le coloqué cuatro piedritas al sombrero para que el viento no lo siguiera arrastrando. ¡Cosas de niños! Cuando regresé en busca del sombrero, ¡ah, carás!, ya no estaba. Se ve que su dueño original se devolvió a recogerlo, u otro que pasó por allí lo vio y se lo llevó, ¡eso sí!, me dejaron las cuatro piedritas.

Recuerdo que lo busqué desesperadamente por los matorrales de cujíes, pero… nada. Seguí mi camino contento por haber visto el futuro sombrero de mi abuelo, iba lleno de entusiasmo y de alegría porque cuando uno es niño no le afectan los fracasos de la vida. Los niños no cuentan pérdidas sino ganancias, esto lo supe después. Los adultos aprendemos a contar sólo pérdidas, fracasos y errores. Lloramos inconsolablemente la muerte de una madre, pero no nos alegramos por el tiempo que ella estuvo a nuestro lado. Yo me quedé entonces con lo positivo: había visto y tocado el sombrero de mis sueños, lo demás no me importaba.

Todo esto lo recuerdo como si fuera hoy. Cuando llegué a casa me sentía muy feliz, en ese momento el abuelo estaba afilando una navaja con un pedazo de suela, pues él era zapatero remendón.
—¡Papá!— le dije entusiasmado, aunque era mi abuelo yo le llamaba “Papá”, me encontré un sombrero “pelo e’guama” ¡nuevecito! En la “Falcón –Zulia”, ¡igual que el de mi tío! El abuelo lo buscó ávidamente con la mirada. —¡Pero, ¿Dónde está?! —me dijo. Yo le expliqué tranquilamente y con lujo de detalles todo lo que había sucedido, que lo había tomado en mis manos, que le puse cuatro piedritas… ¡y que cuando regresé… ya no estaba! Él me miró serio y me regañó muy duro, esto me sorprendió, me dolió y me dio rabia; me enfadé mucho. Porque los niños tienen rabia pero no odian, después supe que los adultos odiamos sin ella. La rabia no hace daño, lo que realmente hunde es el odio. Desde mi malestar me dije: “si hubiera sabido que me iba a regañar no hubiera pensado en traerle ningún sombrero, si me llego a encontrar con otro no se lo traigo sino que lo pateo”. El abuelo durante el regaño me dijo muchas cosas que ya no recuerdo, pero algo me quedó:

—¡”Muchacho’el carajo”! —Me gritó —, ¡¿cuándo vas a aprender que las cosas se hacen en el momento o no se hacen nunca?! —esto me dolió, mas nunca se me olvidó.
El tiempo pasó y todo fue quedando atrás para no volver más. A mis dieciocho años decidí ser sacerdote, realicé todos los estudios académicos fuera de mi país. Después de varios años regresé a mi pueblo natal para la ordenación sacerdotal. Me regalaron muchas cosas, ¡ah!... me dieron también mucho dinero en efectivo y en cheques. “¡Qué molleja!”, decía yo emocionado; pues nunca había tenido tantos “reales” en mis manos como hasta ese momento. Entonces, viendo la cantidad que me habían dado, recordé la promesa que me hice cuando era niño, me acordé de mi gran sueño: “cuando yo sea grande, trabaje y cobre mi primer sueldo, lo primerito que voy a hacer es comprar un sombrero “pelo e’guama” ¡nuevecito! A mi abuelo, ¡igual que el de mi tío!”, así soñaba cuando era niño.

También tenía presente lo que dijo un psicólogo famoso: “ser feliz en la adultez es ver realizados los sueños de cuando uno era un niño” y yo tenía dinero por primera vez en mi vida para realizar mis bellos sueños. Es verdad, ése no era mi primer sueldo, pero era mío, me lo habían regalado.

Me dieron tanta “plata” como para comprar no un sombrero, sino una docena si yo hubiera querido. ¡Ey!, pero era tarde, el abuelo ya había muerto. Podía comprar sombreros pero ya no tenía abuelo. Me encontré entonces con mucho dinero y con esto se conseguía sombreros, pero no podía comprar el de mi ilusión; el sombrero de mis sueños era aquél… y lo perdí.

Si, era aquél que me encontré en la carretera “Falcón-Zulia” siendo apenas un niño de diez años, lo tuve en mis manos… y lo dejé ir. Era ése, no otro, porque los sueños no se compran… se viven y se sueñan.

Por esos días visité las tumbas de mis seres queridos, quería rezar por ellos y con ellos. Pero cuando llegué donde estaba enterrado el abuelo no me nació ninguna oración, no pude rezar. Mejor dicho, la única plegaria que me salió fue ésta: “Viejo, nunca te di el sombrero, pero lo triste no es que no té lo di, lo lamentable es que te lo pude haber dado y no lo hice, lo tuve en mis manos y lo dejé ir. Te fuiste con tu “pelo e’guama” viejo, roto y sucio; ¿por qué?”. De todos modos compré el sombrero, por ahí lo tengo en mi cuarto. Pero… ya no tengo abuelo.

¿Cuántos sombreros has perdido en la vida? Aquélla era la relación y la descuidaste, El momento adecuado lo dejaste ir. La oportunidad de tu vida, la perdiste. ¿Te acuerdas de aquello?... aquello era. ¿Vas a seguir perdiendo sombreros en tu vida? ¡Agárralos!... ¡Y no los sueltes! —¿Para qué quiero un sombrero? —Pa’ que te lo pongas… porque en la vida a veces hace mucho sol y sin sombrero quema mucho.

Si ves a tú alrededor te darás cuenta de que hay muchas cosas bellas que todavía están contigo, tienes muchos “sombreros” que la vida te dio para que los ames, tienes tus seres queridos contigo: tus padres, tú pareja, tus hijos y tus amigos. Porque la vida es un sombrero compartido.
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miércoles, 9 de julio de 2014

¿Qué es el "Bullying"?

¿Qué es el "Bullying"? ¿Cómo darse cuenta de si un niño lo está padeciendo?
Le pregunté a un chico de 12 años si sabía lo que era el “bullying” y me respondió:
“Claro que sí… es el maltrato a los que no son iguales, cuando no perteneces a un grupo… te molestan y humillan…si eres diferente a los demás te tratan mal”.

Los niños saben perfectamente lo que significa el “bullying”, aunque no pueden manejar la situación por sí solos. Como adultos tenemos la responsabilidad de ayudar tanto al que padece esta conducta como al que la imparte. 

El bullying o acoso escolar es un comportamiento que se caracteriza básicamente por maltratar, humillar y agredir física o psíquicamente a un compañero. Así como también burlarse de él, ignorarlo, asustarlo y dejarlo de lado sistemáticamente. 

La principal característica de esta conducta es que suele prolongarse en el tiempo y va dirigida a una única persona (compañero o compañera) con el único objetivo de dañarla. Esta situación genera un conflicto muy grave que no sólo afecta al niño acosado sino también al entorno en el que se mueve. 

He aquí algunos ejemplos de bullying o acoso escolar:

Poner sobrenombres ofensivos, hablar mal de un compañero, dejarlo fuera de todos los grupos, escribir leyendas en su contra, no dirigirle la palabra, hostigarlo, amenazarlo, empujarlo, pegarle, romper sus pertenencias u obligarlo a que haga algo en contra de su voluntad.

Hay además muchos más ejemplos que dependen de cada situación en particular. Las siguientes preguntas y consiguientes respuestas nos ayudarán a entender mejor la naturaleza de esta conducta.

¿Por qué algunos niños son víctimas del acoso escolar?
En muchos casos los pequeños son víctimas de acoso escolar por sus características físicas diferentes del resto. Pueden ser más altos, más bajos, más delgados o más gordos, rubios o pelirrojos, con frenos (brackets) o anteojos. Cualquier condición diferente del resto puede generar este acoso.

Y en otros casos, sin embargo, el acoso gira en torno a su personalidad. Pueden ser tímidos o demasiado extrovertidos, aunque por lo general los pequeños que más sufren esta conducta tienden a ser muy frágiles. El hostigador percibe que no puede defenderse de él y es por ello que abusa reiteradamente. 
Los pequeños acosados suelen entonces distanciarse del resto del grupo y muestran dificultad para entablar vínculos y hacer amigos. Además, les resulta muy difícil integrarse y les cuesta pedir ayuda. 

En otros espacios sociales esta conducta pasiva pueden transformarla en la actitud opuesta, molestando a otros niños todavía más frágiles que ellos. 

¿Cuáles son las características de un niño que hostiga a los demás?
Por lo general le cuesta reconocer un error.
No puede ponerse en el lugar del otro con facilidad.
Le cuesta pedir disculpas y reparar una conducta considerada inapropiada.
Es rebelde e inquieto y le cuesta adaptarse a las normas de convivencia.
No acepta los límites con facilidad.
Tiene reacciones impulsivas.
Es autoritario y agresivo de palabra.
Suele tener mal comportamiento escolar.
Molesta y desvaloriza a sus compañeros en clase.

Cuando los padres registran alguna de estas características y reciben llamadas de la escuela, es importante conversar y revisar las pautas de comportamiento y los límites dentro de la familia para poder cambiar la situación que vive el niño en la escuela y poder ayudarlo a reparar su error o acción. No se debe minimizar su comportamiento ni excusarlo.

Razones por las cuales algunos chicos acosan a los demás.
Los chicos normalmente acosan a los demás como una manera de sentirse importantes y reconocidos. Y lo disfrutan especialmente cuando descubren que el niño hostigado no puede alejarse o defenderse de la situación de maltrato.

Pero también lo hacen por celos y rencor, para llamar la atención, porque han sido acosados por otros pasivamente y para ejercer su rol de dominador-sometedor y sentirse poderosos, normalmente producto de una vulnerabilidad encubierta (se sienten menos que los demás y el hecho de hostigar a otro logra ocultar ese sentimiento).

Cuando se produce una situación de acoso entre compañeros de clase algo en el maestro suele fallar. No se puede perder de vista a los niños. Es muy importante mantenerse en alerta y pensar qué es lo que podemos hacer cuando descubrimos que un niño está siendo acosado por otro. Siempre es importante intervenir.

Consejos importantes
Entre los chicos pueden existir peleas, bromas o burlas, pero si esto se produce de manera sostenida y sistemática sobre un niño en particular la diversión se convierte en agresión. Ningún niño merece ser molestado, manipulado u hostigado por otro.

El bullying o acoso lo realizan tanto los varones como las mujeres y no debe naturalizarse.Nada más detectar alguna conducta de este tipo es importante tomar cartas en el asunto, ya que puede convertirse en una situación de riesgo.

El acoso produce una herida psicológica muy difícil de sobrellevar y se necesita mucho apoyo para que no deje secuelas. 

¿Cómo nos damos cuenta de que un niño está padeciendo acoso escolar?
Como en toda situación traumática lo primero que observamos son varios cambios en la conducta habitual de los pequeños. Entre ellos los siguientes:
  • No quieren ir a la escuela.
  • Disminuye su concentración y desempeño escolar y en algunos casos incluso repiten el año.
  • Se muestran temerosos e inseguros.
  • Están tristes, se aíslan y sufren episodios de ira y enojo. 
  • Se muestran irritables.
  • Presentan dolores de barriga y cabeza.
  • Tienen dificultades para dormir (pesadillas y miedos).
  • Presentan retraimiento y falta de comunicación familiar.
  • Se quejan reiteradamente.
  • No quieren salir de casa o realizar actividades que antes disfrutaban.
  • Se vuelven agresivos con sus hermanos.
  • Se aíslan de sus amigos.
  • Se hacen pis o caca.
  • Comienzan a mostrar trastornos de alimentación.


¿Se puede prevenir el acoso escolar?
Por supuesto que sí, como toda situación no deseable se puede prevenir dentro de la escuela capacitando a los maestros para la detección precoz de estas situaciones.

¿Cómo podemos evitarlo?
Podemos atajarlo con las siguientes medidas:
  • Trabajando con los niños favoreciendo la resolución de problemas a través de la palabra y la participación de todos por igual.
  • Respetando las diferencias y no tomándolas como deficiencias.
  • Generando situaciones de cooperación y solidaridad con proyectos concretos. 
  • Hablando del tema del acoso sin ocultarlo.
  • Capacitando a todos los integrantes de la comunidad educativa para detectar el acoso.
  • Creando un código de convivencia con reglas claras. 
  • Haciendo partícipes a los padres de estas acciones.
Nadie debe padecer el acoso de un compañero ni es merecedor de ello. Si los padres detectan que su hijo padece acoso o si éste se lo cuenta es importante pedir ayuda en la institución escolar para proteger al niño escuchándolo y respetando su deseo de cómo quiere que se maneje la situación sin exponerlo. Y por encima de todo, hay que saber mantener la calma.

Lic. Alejandra Libenson
Psicóloga y Psicopedagoga
Especialista en educación, crianza y vínculos,
Autora del libro “Criando hijos, creando personas”

alejandralibenson@hotmail.com
http://www.tudiscoverykids.com/padres/articulos/que-es-el-bullying/

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